En algún lugar del mundo existe una chica llamada Lourdes Mariana pero le gusta que le digan LuLú Lomaloca, ella siempre ha sido muy diferente a las demás personas. Desde temprana edad, Lulú Lomaloca descubrió que le costaba trabajo adaptarse a la convivencia con los demás, pero aún así siempre trataba de encajar y adaptarse a los lugares que ella asistía, como en la escuela, trabajo, familia, amistades, etc.
Mientras el resto de las personas disfrutan de la agitada vida de la ciudad, a Lulú Lomaloca le gusta sumergirse en el silencio y la tranquilidad.
Después de muchos años, Lulú Lomaloca se dio cuenta que necesitaba salir del sistema, del bullicio de la gente, de la sociedad, de lo cotidiano, de la “normalidad de la vida”, necesitaba saber quién es en realidad, por qué no encaja en este mundo, por qué se siente diferente a las demás personas, por qué siente que hay algo más por lo que está en este mundo y que aún no lo ha descubierto o no ha logrado entender, quería tener que dejar de fingir ser igual a los demás, no quería seguir tratando de encajar en ese ambiente en el que ella no se sentía agusto y al cual no siente pertenecer.
Es por eso que después de casi 29 años de servicio en el Gobierno Federal, se retira y se lanza a la búsqueda de su autodescubrimiento, comienza a salir de las rutinas, de lo cotidiano, de su zona de confort, de lo que se supone que debe ser una vida normal.
Comienza a viajar, a probar cosas diferentes, a conocer lugares y personas nuevas. Se da cuenta que le encanta estar en la naturaleza, el bosque, en la playa junto al mar, ya que en esos lugares puede conectarse con su ser interior y alejarse de las distracciones del mundo. La paz que ahí encuentra es incomparable, y le da la sensación de estar en sintonía con el universo.
Si bien Lulú Lomaloca disfruta de la soledad, descubre que también tiene un espíritu nómada. Viajar se vuelve su pasión y su forma de aprender, conocer, crecer y vivir.
En estos nuevos descubrimientos y aprendizajes también se da cuenta de la importancia que tiene el cuidar de su cuerpo, su mente, y su espíritu, es por ello que se da a la tarea de investigar, estudiar, conocer y de aprender sobre cómo lograr mantener una alimentación equilibrada y saludable. Investiga sobre cuáles son los alimentos y actividades más nutritivos y beneficiosos para su bienestar.
Y así, en esta búsqueda de hábitos y prácticas saludables, además de conocer y aprender sobre la alimentación, sobre qué es bueno y qué no es bueno para la salud, tanto en alimentos como en las cosas generales que consume (comer, ver, escuchar, pensar, hablar, etc), tuvo el privilegio de conocer y coincidir con individuos inspiradores que le han dejado una huella indeleble en su viaje espiritual. Entre estos encuentros significativos, destaca la experiencia de haber asistido a un retiro espiritual donde asistieron monjes y monjas budistas que practican la filosofía del renombrado monje zen Thich Nhat Hanh, al ver videos de charlas de dharma de él, quedó cautivada por su presencia serena y su sabiduría profunda. Sus palabras resonaron en lo más profundo de su ser, y su enfoque compasivo y práctico del budismo la conquistó de inmediato.
Ahora admira profundamente a Thich Nhat Hanh no solo por su profundo conocimiento del budismo, sino también por su compromiso inquebrantable con la paz y la compasión en el mundo. Su enfoque en la atención plena y la práctica consciente ha sido una revelación para ella, ofreciéndole una guía valiosa en su propio viaje espiritual.
Desde aquél día, se ha convertido en una seguidora devota de las enseñanzas de Thich Nhat Hanh. Ha integrado sus prácticas de meditación y atención plena en su vida diaria, y ha encontrado una mayor serenidad y claridad mental como resultado. Sus enseñanzas han sido un faro de luz en momentos de oscuridad, y su ejemplo de compasión y amor incondicional la ha inspirado a ser una mejor persona.
Y bueno aunque Lulú Lomaloca prefiere la tranquilidad, el silencio, y su privacidad, también le gusta observar y conocer la forma de ser de las personas. Para eso, en los lugares que visita, le encanta sentarse en cafeterías acogedoras donde puede disfrutar de una buena taza de café mientras observa pasar a la gente. Esa actividad le permite conectarse con el mundo exterior de una manera más pausada y reflexiva.
Sin embargo, su lugar favorito sigue siendo la playa. El sonido de las olas y la vastedad del océano la llenan de asombro y serenidad. Puede pasar horas sentada en la arena, observando el vaivén del mar y dejando volar su imaginación, meditando y siendo ella misma.
Lulú Lomaloca se siente plena y feliz en su estilo de vida. Aunque puede parecer distinta a los ojos de los demás, ha encontrado su propia forma de ser y de disfrutar la vida. Su amor por la naturaleza, su pasión por los viajes y su dedicación a cuidar de sí misma le dan un sentido profundo a su existencia.
Y así, Lomaloca continúa su viaje por el mundo, dejándose guiar por su corazón nómada y su amor por la naturaleza, la tranquilidad y la serenidad. Su historia se ha convertido en un recordatorio de que la felicidad reside en nuestro interior, así como en la aceptación de quienes somos y en encontrar nuestro propio camino, aunque sea diferente al de los demás.